martes, 19 de mayo de 2009

asunción de tí.

Quién hubiera creído que se hallaba
sola en el aire, oculta,
tu mirada.
Quién hubiera creído esa terrible
ocasión de nacer puesta al alcance
de mi suerte y mis ojos,
y que tú y yo iríamos, despojados
de todo bien, de todo mal, de todo,
a aherrojarnos en el mismo silencio,
a inclinarnos sobre la misma fuente
para vernos y vernos
mutuamente espiados en el fondo,
temblando desde el agua,
descubriendo, pretendiendo alcanzar
quién eras tú detrás de esa cortina,
quién era yo detrás de mí.
Y todavía no hemos visto nada.
Espero que alguien venga, inexorable,
siempre temo y espero,
y acabe por nombrarnos en un signo,
por situarnos en alguna estación
por dejarnos allí, como dos gritos
de asombro.
Pero nunca será. Tú no eres ésa,
yo no soy ése, ésos, los que fuimos
antes de ser nosotros.

Eras, sí, pero ahora
suenas un poco a mí.
Era, sí, pero ahora
vengo un poco de ti.
No demasiado, solamente un toque,
acaso un leve riesgo familiar,
pero que fuerce a todos a abarcarnos
a ti y a mí cuando nos piensen solos.

2
Hemos llegado al crepúsculo neutro
donde el día y la noche se funden y se igualan.
Nadie podrá olvidar este descanso.
Pasa sobre mis párpados el cielo fácil
a dejarme los ojos vacíos de ciudad.
No pienses ahora en el tiempo de agujas,
en el tiempo de pobres desesperaciones.
Ahora sólo existe el anhelo desnudo,
el sol que se desprende de sus nubes de llanto,
tu rostro que se interna noche adentro
hasta sólo ser voz y rumor de sonrisa.

3
Puedes querer el alba
cuando ames.
Puedes
venir a reclamarte como eres.
He conservado intacto tu paisaje.
Lo dejaré en tus manos
cuando éstas lleguen, como siempre,
anunciándote.
Puedes
venir a reclamarte como eras.
Aunque ya no seas tú.
Aunque mi voz te espere
sola en su azar
quemando
y tu sueño sea eso y mucho más.
Puedes amar el alba
cuando quieras.
Mi soledad ha aprendido a ostentarte.
Esta noche, otra noche
tú estarás
y volverá a gemir el tiempo giratorio
y los labios dirán
esta paz ahora, esta paz ahora.
Ahora puede venir a reclamarte,
penetrar en tus sábanas de alegre angustia,
reconocer tu tibio corazón sin excusas,
los cuadros persuadidos,
saberte aquí.
Habrá para vivir cualquier huida
y el momento de la espuma y el sol
que aquí permanecieron.
Habrá para aprender otra piedad
y el momento del sueño y el amor
que aquí permanecieron.
Esta noche, otra noche
tú estarás,
tibia estarás al alcance de mis ojos,
lejos ya de la ausencia que no nos pertenece.
He conservado intacto tu paisaje
pero no sé hasta dónde esté intacto sin ti,
sin que tú le prometas horizontes de niebla,
sin que tú le reclames su ventana de arena.
Puedes querer el alba cuando ames.
Debes venir a reclamarte como eras.
Aunque ya no seas tú,
aunque contigo traigas
dolor y otros milagros.
Aunque seas otro rostro
de tu cielo hasta mí.





Hasta siempre, Mario Benedetti.

lunes, 11 de mayo de 2009

quise dormir dentro de ti.


Estando contigo, mi amor, me olvido de quién soy, de cómo me llamo, de cuántos años tengo o de los zapatos que llevo. Abandono mi identidad y mi todo para estar a solas con tu alma, y dejo de preguntarme si esto será real o si será sólo un producto de la fábrica de mis sueños; para amarte. Todo se desvanece a nuestro alrededor; nada, ningún problema tiene sentido cuando me besas. Nunca creí en destinos ni horóscopos, me parecían un intento de controlar lo incontrolable, pero tuve que pactar una tregua con mis creencias e incredulidades - mujer de poca fe - el día que te vi por primera vez. Tenía que ser casualidad, y aún así, rezaba cada noche a lo que sea que me estuviera escuchando, que por favor, tú sintieras lo mismo.

Entonces, quise introducirme en ti como quien se mete en una cama en invierno: despacio al principio, porque las sábanas están heladas; pero una vez dentro, al sentir esa cálida sensación de comodidad, de encajar completamente con el colchón; es inigualable. Tardé un par de días en taparme con las sábanas, unas preciosas sábanas azules - el color tenía cierto parecido con el de tus ojos - que olían a tí, ese olor que me había imaginado tantas veces y que sólo alcanzaba a apreciar con exactitud en mis mejores sueños; y tras esos días, como en un colchón blando, me hundía más y más en el pozo del sentir, del amor más profundo que jamás había conocido. Por supuesto que al principio tenía miedo, es raro asaltar una cama ajena y que no te echen de buenas a primeras, pero , tú eras diferente. Tú me acogiste en tu suavidad y, si en algún momento me sentí perdida, me mostraste el rumbo, siempre brillante en tus consejos aunque no te dieras cuenta. LLevo casi siete meses sumergida en esta cama que constituye tu mente, tu alma. Casi un año enamorada, cautivada por estas sábanas azul claro que me dan las ganas de vivir, que me ayudaron cuando parecía que dentro de mí sólo había vergüenza y miedo, que me guiaron en las inseguridades, que compartieron mis alegrías y que secaron mis lágrimas. Todo este tiempo respirando tu olor y aún lo siento como algo novedoso, algo de lo que me gustaría impregnarme cada día sin excepción; así, me envuelvo en estas sábanas y tranquilamente, callo y caigo dormida. Es mi mejor refugio. Porque siento tu abrazo en esas sábanas, tu beso en la almohada, y cada noche, me siento más cerca de ti. Cada cierto tiempo, apareces. Te tengo al lado en tu versión - perfectamente - corpórea, y es entonces cuando todo se convierte en una espiral vertiginosa. La cama da vueltas y vueltas, se estira para permitirnos tener peleas de pies y batallas en las que el único arma son las cosquillas, y se encoge para que pueda tener la excusa perfecta para abrazarte y pegarme a ti, muy fuerte. Y entonces, te vas. Vienes con el tiempo justo de dejar tu olor en las sábanas, y entonces, el mismo tiempo me aleja de ti. Fueron segundos, y apenas lloro ya. En pocas ocasiones te ha devuelto a mí antes de lo debido.

A veces me aventuro a sacar la cabeza de la protección de las sábanas de esta cama, - y recuerdo cómo me tocas al acariciar las sábanas mi piel - y oigo risas, voces de amigos, tal vez vislumbro a algún profesor intentando hacer que su lección traspase la nebulosa que es mi cerebro, cuando aún estoy medio adormecida en tu aroma. Pero no tienen suerte conmigo. Ya no hay nada que hacer, la suerte me vino dada toda de golpe. Entre septiembre y octubre del año pasado, para ser más exactos. Y aún no ha habido nada ni nadie que consiga hacer que salga de esta cama. Me resigné en su momento a ser una enferma de amor, postrada para siempre en esta cama - dentro de tí - . Para muchos es una condena, esta inmovilidad. Para mí, es el mejor regalo del mundo. Y es que, desde el primer momento en que me metí en esta cama y decidí quedar recluida, en cautiverio; dentro de ella, fue el primer momento en mi vida en el que me sentí totalmente libre.


- Bruno, gracias por regalarme la libertad de amar, y el privilegio de sentirme amada.


Eres el regalo más perfecto que he recibido jamás; gracias por encontrarme, por hacer que mi vida parezca más fácil, por ayudarme en todo lo que puedes y por hacerme reír y llorar, todo a la vez. Gracias por comprender hasta mis "peros", por tu paciencia y tu aguante, por tus manos, por cómo me acarician, por tus abrazos. Gracias por todo lo que no nombro ahora, pero que ya sabes. Gracias, gracias, gracias.



Te amo con todas mis fuerzas. Nunca, jamás voy a separarme de tí, no me importan las circunstancias, no me importa ni siquiera estar muerta. Lo que nosotros sentimos va mucho más allá.

+iTunes: in this moment - when the storm subsides.

domingo, 10 de mayo de 2009

b r u n o

Te quiero.
Te he querido siempre, aunque aún no supiera el color de tus ojos ni tuviera consciencia del tacto de tu piel. Aunque el destino aún no me hubiera puesto en tu camino.
Te querré toda mi vida, inevitablemente. No soy nada, absolutamente nada, si tú no eres conmigo.





Eres la persona más increíble, perfecta, adorable, buena y preciosa que he conocido jamás.


t e a m o <>



+mood: postsábado. T_T
+iTunes: you had me at hello - a day to remember