sábado, 5 de marzo de 2011

Los gatos de la UA.

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/02/alicante/1299060936.html

Desde hace unos días en la UA sólo se oye hablar de esto. Los hay en contra (entre los que me cuento la primera) y los hay a favor (a los que, por más que quiera, no puedo ni entender ni respetar). De éste ultimo grupo, se oyen mil excusas del tipo:

1 - Somos alérgicos: Bien, eres alérgico a los gatos. ¿Y los que son alérgicos al polvo? ¿Al polen? ¿A las picaduras de insecto? De todo eso no hay en la UA, qué va. Y si no te acercas a un gato, no hay reacción; no te acerques, y punto pelota.

2 - Libia en guerra (o el país en crisis) y vosotros preocupándoos por los gatos: Mañana mismo me pillo un avión y me planto en el frente a detener la guerra. Porque yo puedo hacer eso, claro. Hay cosas que nos vienen demasiado grandes y cada uno lucha por lo que se puede. Ésta es una guerra (porque es en eso en lo que lo está convirtiendo el rectorado) que podemos ganar.

¿Por qué la gente no tiene ni un mínimo de sentido común? ¡Ya ni eso! Simplemente corazón, ¡aprecio por los animales! ¡SIN ELLOS NO SOMOS NADA, ABSOLUTAMENTE NADA! ¿La universidad dice preocuparse por nuestro futuro? ¡Mandar a unos animales indefensos al JODIDO corredor de la muerte es cargarse el futuro! Es más, los animales deberían ser un ejemplo a seguir para nosotros, la lealtad incondicional que te proporciona un perrito para el que, incluso si no le das el cariño que necesita, lo eres todo; es algo que el ser humano no puede llegar ni a soñar. Nadie parece darse cuenta de que los animales merecen todo nuestro respeto y admiración. Porque son unos luchadores increíbles, porque son infinitamente más listos que nosotros, que saben apreciar lo que importa de verdad, el respeto, el cariño a la naturaleza.

Y la UA pavoneándose de su cátedra Jane Goodall, de su "universidad zoológico", de su progresismo... MALDITOS DESGRACIADOS, ni siquiera os cuesta dinero tener a estos gatos pero parece que el ser humano no puede vivir tranquilo en el PUTO poder sin pisarles el cuello a los que están debajo. Qué bajo ha caído el hombre, Dios mío...

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